jueves, 14 de noviembre de 2019

30. I Campeonato Mundial de Puzzles (28-29/9/2019)



 Muchas emociones concentradas en dos días. Quizás, demasiadas. Si después de cada Campeonato de España el puzzlero social se pasa varios días en las nubes recordando los momentos insuperables que ha pasado, imagínate si ese mismo aficionado es parte participante del Primer Campeonato Mundial de Puzzles que se ha celebrado desde que John Spilsbury a mediados del siglo XVIII inventase esta obra maestra del juego. La principal emoción, la de poder competir a tiempo después de haber sido operado de una hernia tres semanas antes. Por ello, ya había ganado antes de empezar.

Me considero un deportista competitivo. Muy competitivo. No me gusta perder a nada. Desde que era pequeño, me tomaba cualquier envite en el que hubiese algo en juego como algo personal. Me costó mucho canalizar esa energía de manera positiva, porque los disgustos que me cogía cuando alguien me ganaba eran de órdago. Cuatro décadas más tarde, no he cambiado nada en eso, pero el autocontrol ha logrado maravillas. Por ello, para mí cualquier campeonato en algo en lo que sea competente es no solamente una oportunidad de autorrealización, sino una necesidad. No puedo sencillamente estar sin competir. Quizás suene bastante radical, pero a estas alturas de la película, ya no voy a cambiar.

Por ello mi admiración absoluta para todos aquellos puzzleros que quizás tengan menos habilidades de velocidad y van a las pruebas con la única pretensión de pasárselo muy bien y mejorarse a sí mismos, encontrar una motivación así me parece increíble. Claro está que está la delicia de encontrar a todos esos incondicionales a los que consideras prácticamente una familia puzzlera, como el “Gens una sumus” del ajedrez, y en eso todos coincidimos.

No había estado nunca en Valladolid, salvo de paso en un viaje hacia Galicia de hace dos veranos, pero ni siquiera paré. Simplemente la atravesé con el coche por un error de orientación que me hizo salirme de la autopista. Dediqué los dos días extra que me cogí a conocer un poco la ciudad del Pisuerga. Entré en el histórico pasaje de Gutiérrez, con una tienda de puzzles que increíblemente cerraba la semana entera por descanso, comí en El Corcho una de bacalao rebozado (increíble, hacía tiempo que no probaba algo tan bueno), me deleitaba con el Jukebox gigante de gresite de la Plaza de España, donde se celebra el concurso de Ángela Segarra, me colaba en el Estadio José Zorrilla, compraba camisetas azules para la Maratón a saldo en el Carrefour de Parquesol (con otra visita a la tienda de puzzles que hay allí), hacía un amago de entrar en el Museo de Esculturas, visitaba la Plaza Mayor, entraba en una Casa del Libro (no soy yo si no me meto en una librería a leer de gorra) y visitaba un Mercadona para comprar mis panes dietéticos.

Entrando en el Primer Mundial de Puzzles en sí, resultado de la visión futurista hace una década del Presidente de AEPUZZ Alfonso Alvarez-Ossorio García de Soria (no se cayó de cabeza sobre el lavabo como Doc Brown, pero también ha contribuido a que el mundo sea mejor), el principal pensamiento de todos los asistentes era la de una gigantesca incógnita. Treinta y ocho países, setecientos participantes. Se congregaban todos los favoritos, salvo el matrimonio francés De Goncourt, la bicampeona de España Lina Ivanova y la mexicana Emma González “Speedy”. Pero era la primera vez que todos los “cracks” se verían la cara directamente en una contienda fuera de las 24 Horas de Hannut. En el ambiente flotaba un favoritismo de la expedición rusa, que ellos mismos habían manifestado en su grupo de Facebook (qué gran invento el traductor de Google) y seguramente tenían motivos sobrados para creerlo a tenor de sus arrasaduras en Hannut y en España en el último bienio. Personalmente yo tenía muchas dudas de que ellos fuesen a ganar en las pruebas por parejas e individual porque los puzzles eran inéditos, y mi pronóstico tenía color español en los dúos (concretamente en Las Anas) e inglés en la prueba de solo ante el peligro, concretamente en Sarah Mills, un portento que arma puzzles de mil en dos horas. Y no me equivoqué en el concepto, ya que el premio de la maratón voló por encima de los Urales a Nobosibirsk, el de parejas se dividió entre Algeciras y Soria gracias a otro hito inconmesurable de la pareja de Demelza Becerra y Angel Heras, que volvió a golpear en el mejor momento posible, y a la república Checa por parte de una simpática Jana Hanzelkova, cuya felicidad era total al subir al escenario. ¿A quién no le gusta ser el primer campeón en algo tan grande? “Tuve suerte. Hay días en que coges una pieza y la pones a la primera, no sabes cómo, pero todas van ahí donde piensas. Además, me encantan los fondos marinos”, comentaba Demelza. Como decía Capablanca, los grandes jugadores siempre tienen suerte. Ángel confesaba en la entrevista en la mesa de prensa que “no se le daba bien la prueba individual”. Un bicampeón de España. Menos mal que no se te da bien, Ángel. Y como español que soy, mi alegría de que el premio haya ido para vosotros es total.

Otro hito del mundial, aparte de la altísima congregación de países y aficionados participantes, fue la puesta en escena de la primera revista de AEPUZZ, todo un éxito de contenidos y de respuesta por parte del público. Tengo que anunciar que a partir del Número 2 seré yo el que la lleve, cogiendo el testigo de Alfonso. Así que ya sabéis, si queréis aportar cosas, aquí estoy.

Personalmente, en la prueba Por Equipos The Six-Puzzlers nos las arreglamos para acabar de colocar la última pieza del cuarto puzzle en el último minuto de las ocho horas disponibles. Vamos, que fuimos los últimos de los 18 equipos que acabaron los rompecabezas. Menudo estrés, parecía que el amasijo de manos se estuviese jugando el primer puesto, cuando solamente (o no) era el honor de finalizar. 18 de 87 equipos, lo que no está nada mal.

En la prueba por parejas con Soraya Pérez, no íbamos con metas preestablecidas porque no teníamos ni idea del nivel que había. Con poco más de treinta y nueve minutos, finalizamos séptimos de doscientos dúos y tercera mejor pareja española. Y eso que en la imagen estaba mi amigo El Gran Tiburón Blanco y que era evidente que necesitaríamos un barco más grande para montar ese puzzle. No sé si quedarme con el quinto puesto de 2017 del Campeonato de España o éste, pero ambos han sido nuestras cimas que espero que pronto sean superadas. En un año Soraya ha pasado a ser de las mejores de España y favorita en todas las pruebas gracias a una progresión tremenda que seguramente seguirá en alza. Yo tiro de experiencia para suplir que mis neuronas ya no van tan rápido, pero mi ejemplo es el de Viktor Kortchnoi, que en la cuarentena desafiaba a Karpov en el Campeonato del Mundo de ajedrez.

En la prueba individual hice una primera media hora creo que perfecta, sin errores ni pérdida de cadencia y tenía montado más de la mitad del puzzle, salvo los temidos elefantes y parte de la maleza. Pese a que tiré de estrategia para atacar a los Dumbos y clasifiqué piezas negras y trompas, me lié con lo que ya en otras ocasiones he llamado el “mortero” del puzzle, esas piezas que no son muy representativas de la imagen y que son restos ciertamente inclasificables. Un problema que aconteció a más gente por lo que pude averiguar. Lo que pudo haber sido un récord personal en un puzzle primerizo subió a la hora y cinco minutos, que no está nada mal, pero creo que podía haber quedado bastante mejor crono. 21 puesto de 200 participantes, y 11 mejor español. Es la hora de intentar bajar la hora como sea, valga la redundancia. Tocará depurar estrategias y técnica.
Fuera de los sabores competitivos, estos eventos quedan siempre salpicados por la otra salsa de los viajes, anécdotas que permanecen en el imaginario colectivo por muchos años. En la maratón, se ve que en mi equipo Six-Puzzlers teníamos la tarde subidita de tono y llegó un momento en que no se podía hablar ni mencionar ningún objeto alargado o cilíndrico. No voy a decir nombres para retratar en público este bochornoso proceder. Simplemente el próximo año el equipo se llamará The Sex-Puzzlers, un nombre más adecuado.

En la prueba por parejas el dúo vecino de Estados Unidos no se presentó y Alfonso acomodó a toda prisa a otra pareja de españoles en lista de espera. Aunque en ese momento yo estaba volteando piezas como un poseso y después montando el marco para pasarle a Soraya material para torpedear con piezas, escuchaba todo lo que comentaban al lado. Poder de resolución de problemas a contrarreloj, el Ruso y Alfonso son unos Grandes Maestros.

Finalmente, la guinda del fin de semana. Tengo familia directa en Valladolid, en concreto dos primos. Uno de ellos se pasó varios ratos el Sábado y el Domingo por la Cúpula del Milenio. El Sábado no pudo hablar conmigo porque no salí de la mesa de competición salvo media hora para comer en el Studio 3, un bar ambientado en el cine que además de tener nombre de programa informático, sirve unos revueltos de setas con gambas que Chicote tiraría al wáter. El caso es que después de los concursos del Domingo hice una última visita a casa de mi primo en Parquesol y vi que en la mesa de la televisión estaba el puzzle de 500 de Educa de la Prueba Individual del Ciudad de Valladolid de 2018, ese mapa de Adrian Chestermann. Dado que ese puzzle es bastante raro, le pregunté dónde lo había comprado. “Me lo vendió un chico en la Cúpula”, contestó. En esos momentos las tuercas de mi cerebro empezaron a echar humo y pregunté cómo era ese chico. “Con barba negra”, dijo. “Y me comentó que el puzzle era fácil”. Jose Luis Ruiz Ludeña, que sepas que le metiste un gol a un familiar directo mío…

Ayer vi la película de Alejandro Amenábar “Abre los ojos” de nuevo (actores Eduardo Noriega, Fele Martínez y Penélope Cruz), tras años sin haberla visionado. Para mí, la mejor película parida del cine español de todos los tiempos. Para los cinéfilos, la versión hollywoodizada es “Vanilla Sky”, protagonizada por también Pe y Tom Cruise. Yo creo que si a mí se me ocurriese contratar los servicios de la empresa “Life extension”, el empalme entre mi vida real y el sueño inducido después de mi muerte se tendría que producir antes de un campeonato mundial de puzzles. Soñar siempre con estos dos días, como en un eterno día de la marmota, pudiendo mejorar tus actuaciones, creo que te hace también convertirte en mejor persona.

No hay comentarios:

Publicar un comentario