sábado, 5 de noviembre de 2016

6. Las 24 horas de Hannut (29-30/10/2016, Hannut-Bélgica)


Por un millón de euros, conteste, estimado puzzlero. Si solamente pudiese asistir a un campeonato de puzzles al año, ¿cuál escogería? ¿No lo sabe? Pues es muy probable que los veteranos en este mundillo, en el que las palabras Educa, Ravens, Schmidt, Jumbo o Falcon son como la lista de los reyes godos o la alineación tipo del Real Madrid - le contesten que acuda a las 24 Horas de Hannut, y añadan el Campeonato de España en producto patrio como bonus track. ¿Y por qué esa devoción por Hannut? Pues mire, Hannut es ese torneo que provoca que usted esté semanas después del certamen envuelto en una nube de recuerdos que le provoquen incesantemente el mono de volver, similar a aquel anuncio de TV de cruceros en el cual una señorita hacía que trabajaba en su aburrida oficina y recordaba los fiestorros que se pegaba en el hotel flotante de 300 metros, y de súbito comenzaba a gritar “tengo que volver”, “¡¡¡TENGO QUE VOLVER!!!”; sí, es una sensación muy parecida a la que experimenta el debutante en un Campeonato de España. ¿Insiste en preguntarme el por qué? Pues compruébelo usted mismo el año que viene, pero le voy a dar un empujoncito para tentarle, explicándole mi caso. Atienda, s’il vous plaît.

Hannut es una ciudad de 15.000 habitantes situada a unos cincuenta kilómetros al Este de Bruselas, y durante el fin de semana en el que se produce el cambio de hora, aumenta en unos mil habitantes debido al Campeonato de Europa de Puzzles Por Equipos. El certamen se celebra en el Marché Couvert, un recinto lo suficientemente amplio para albergar a ciento y pico equipos de entre cuatro y ocho personas que montarán rompecabezas a contrarreloj durante 24 horas, un bar, un restaurante, una ludoteca, una tienda de puzzles de la marca Jumbo – la patrocinadora del evento -, una sala anexa para la competición individual y dos escenarios, uno para el control y otro para el postureo de la entrega de premios y performances en una de las actividades paralelas del acto. Y allí, a las 15 horas del sábado 29 de octubre, nos presentamos los integrantes de la expedición española, integrada por cinco equipos: AEPUZZ A, B, C, D y E. Foto general, foto de equipos, avituallamiento en una pizzería y un donner kebab de la zona y a ocupar los puestos, como diría el Capitán Kirk. Innumerables fueron los caminos que hicieron que una expedición de decenas de puzzleros llegados de todas partes de España coincidiesen allí en un momento único, y seguramente innumerables las anécdotas del día previo; pero yo solamente explicaré que cada vez que me subo en un avión y éste aterriza (bueno, siempre ha aterrizado, si no malament y a encomendarse a Robert Hays), hay especímenes que aplauden. A mí nadie me aplaude cuando tramito una cédula de habitabilidad, y eso que a veces es difícil la burocracia y hasta que Correos la entregue a su destinatario. 

En cuanto a la maratón de puzzles, personalizaré en AEPUZZ A, equipo del que formé parte. Se empezó con un 500 de un ramo de flores en fondo blanco que duró poco más de media hora, y en el que estuve de espectador. Es evidente que los veteranos deben marcar el arreón inicial, fundamental para no perder comba desde el principio. Aclaro que cada vez que se acaba un puzzle, hay que avisar acústicamente al jurado o a un controlador – que conviene tener atado en corto un minutos antes para evitar retrasos misteriosos -, y están prohibidas las vuvuzelas, eructos y pedos sonoros como señales acústicas. Se sella la finalización del puzzle, se recoge al instante – ah, qué efímera es la vida de un puzzle montado en Hannut – y un puzzlero velocista va a recoger el siguiente. Claro está que existen innovadores como Oli de La Flor – integrante de AEPUZZ C – que con tal de ahorrar segundos son capaces de inventar el básket-puzzle, es decir, lanzar la bolsa de la caja abierta a la mesa metros antes de llegar a ella. Oli, amigo, yo apoyo a los emprendedores, pero no le veo futuro a esta innovación. El segundo puzzle era un 1000 con esas imágenes de cómic de Jan Van Haasteren y entré en liza, con la emoción de ir a encajar mis primeras piezas al lado de tales primeros espadas como Ángel, Cristina, Deme o Mónica. En símil futbolístico, me sentía como mi admirado futbolista Lucas Vázquez cuando fue convocado por Del Bosque para la pasada Eurocopa. No estropeé nada y mantuvimos la igualdad casi total entre los campeones del año anterior, los rusos del Puzzle Su. Team y los franceses Les Bleus. El tercer puzzle, también de 1000 piezas, una conejada como diríamos en Canarias, llena de animales envueltos en colores pastel que a mí particularmente me sacan de quicio, ya que a la hora de clasificar no se distinguen bien en según qué condiciones lumínicas. Así que pedí sustitución y me reincorporé en el cuarto puzzle, otro dibujito cómico de un castillito atacado por un dragón naranja, que dio paso a uno de los reyes de la tarde-noche por las cabezas que derritió, un león de 1500 piezas que hizo las delicias de nuestra compañera Pilar Varela – seguramente poseerá la colección más grande del planeta de puzzles de felinos de gran tamaño – pero que obligaba a un preciso trabajo de machaca, como me gusta denominarlo, es decir, olvidar la velocidad e ir pieza por pieza, como el famoso partido a partido del Cholo Simeone. Aquí se despegaron los rusos del Puzzle Su Team media hora y Les Bleus también nos tomaron ventaja, estableciéndonos en el tercer puesto con relativa comodidad, ya que nuestros compañeros del AEPUZZ B también nos pisaban los talones. Faltando unos pocos centenares de piezas para finiquitar el felino, me fui a cenar al restaurante del recinto. Momento para hacer de corresponsal y para revisar mensajes. El Barça gana de perro al Granada, el Madrid gana con solvencia al Alavés con los culés quejándose de un penalti inexistente, el Tenerife por fin gana un partido – al Rayo Vallecano –, Rajoy es investido presidente, y los seguidores puzzleros desde España nos animan sin cesar, sin duda, la noticia más importante . Miro con recelo unas albóndigas del tamaño de dos depósitos de gas propano que aparecen en un montón de bandejas y decido ir al menú hiperglucémico y no hacer caso a Montignac, porque el sexto puzzle iba a ser el coco gigantesco que definitivamente mostraría quiénes aspiraban a algo y quiénes no, el del ciervo, “Bambi”, como se le llamó coloquialmente. Así que partimos con una recién estrenada segunda posición provisional hacia el tour de force parecido a un mini Vida Salvaje, lleno de detallitos en los que la prueba a saco volvía a ser una pérdida de tiempo y el trabajo pieza por pieza consultando la imagen era fundamental. En este 2000 estuve desde el principio hasta el final y en el que a mi entender alcanzamos nuestro pináculo como equipo, ya que lo armamos en menos tiempo que los rusos y Les Bleus. El puzzle de Bambi debía tener un condensador de fluzo incorporado, porque al acabar pregunté cuánto habíamos tardado pensando en dos horas, que resultaron ser tres y media. Cómo pasa el tiempo cuando se hace lo que te gusta y encima se aprovecha para rememorar empalmadas universitarias para estudiar exámenes o entregar trabajos a última hora. También AEPUZZ B mostró sus credenciales, superó nuestro tiempo y se situó en tercer lugar a unos diez minutos de nosotros, relegándonos a la cuarta plaza. El séptimo puzzle quizá fue el que decidió parte de nuestro destino. Esa dichosa imprenta con azules por todos lados y blancos se nos atravesó y tengo que reconocer que fue uno de esos puzzles en los que me pasé dos minutos pensando y pensando sin saber cómo atacarlo, pero es que no me podía retirar porque ya dos compañeros anteriormente habían dicho que no veían nada. Por suerte, la crisis se superó, pero a costa del cuarto puesto y ya no nos volvimos a recuperar. Siguió el puzzle más fácil de la tanda, un 1000 de unas amapolas lindísimas amapolas que ya no nos convenía porque los puzzles sencillos son como las etapas en llano de las Vueltas Ciclistas importantes, no deciden casi nada. El noveno puzzle era del formato extraño “imagine usted la imagen que hay en el punto de mira del dibujo de la caja”, lo que provocó la risible y a mi entender ridícula táctica del equipo ruso de parapetarse alrededor de su puzzle en proceso para evitar copias, y por ende meter barreras visuales. Pero hijos de mi vida, rusos, ¿ustedes realmente piensan que un puzzle se puede copiar como una chuleta de exámenes? En fin, convirtieron su chiringuito en una réplica de Fort Knox, pero nosotros ni caso. Siguió otro latazo de 1000 piezas de casilleros de gatos, cabras, ciervos y demás especímenes que con buen criterio decidí pasar a un compañero. En el interín fui a disputar la prueba individual en unas mesas más estrechas que los pupitres de Zipi y Zape. Tardé 1 hora 22 minutos en montar un puzzle Jumbo de 500 piezas, lo que me procuró el 19 puesto de 48 participantes y el ser el mejor hombre clasificado, cosa que creo que merecía algún premio, pero mucho caso no me hicieron cuando fui a reclamar mi jamón. Con la carrerilla cogida, me reincorporé al puzzle 11, el segundo criminal de la serie, un mapa de 1000 piezas del Juego de Tronos. Era la oportunidad para recortar distancias, y aunque a mi entender hicimos un gran trabajo en este rompecabezas, los rivales estaban inspirados y no perdonaron una. Quizás por ello los dos siguientes puzzles nos relegaron a la sexta posición que ya no abandonamos. Les Bleus, que habían permanecido menos preocupados por espías extranjeros y sin alharacas, adelantaron a los rusos del Puzzle Su. Team y se pusieron líderes, posición que defendieron bien hasta el final. Nosotros nos marcamos como último objetivo finalizar el duodécimo – un barrizal de juegos olímpicos del eterno Van Haasteren – para poder tener el puzzle número trece y disponer de más rompecabezas que repartir entre los componentes del equipo, y a falta de veinte minutos, nos relajamos simplemente asegurando el sexto puesto. Yo decliné estar la última media hora porque ya era incapaz de ver absolutamente nada y de encajar dos piezas seguidas.

No quiero dejar pasar la ocasión de mencionar a todos mis compañeros de AEPUZZ A, de los que aprendí muchas cosas que pueden servir para futuras ediciones. Ángel Heras es como el Hombre de La Pistola de Oro, no necesita probar si una pieza va en tal o tal sitio, simplemente lo sabe con sólo mirar. Demelza Becerra es un torbellino, te mete diez piezas en segundos y en el tiempo sobrante ha tenido tiempo de probar veinte más, la equivalente de Ussain Bolt puzzlera. Cris López es la abanderada de la clasificación, para ella, que se encajen piezas es solamente la punta del iceberg del trabajo previo de ordenar piezas por directriz, forma y color. Mónica Santiago es una todoterreno, ella arma lo que le echen, es la puzzlera universal. Luis Pavón tiene una resistencia física tremenda, yo cada vez que estaba fuera de la mesa lo veía dentro, y cuando estaba dentro, lo tenía a mi lado; hubiese fichado a este hombre para los grupos de trabajo de Arquitectura cuando había que quedarse noches sin dormir dibujando planos. Lilia Godoy es nuestra rutilante jugadora sub-12, una estrella en ciernes, siendo hija de Demelza no puede tener mejor profesora. Y un servidor, diría que tiene un estilo muy parecido a Ángel Heras – visión global del problema y encajar con la vista antes que probar -, al que se le dan bien los puzzles de alta dificultad y desatascar bloqueos, y fue un honor para mí compartir mesa puzzlera con todos vosotros. Por supuesto, felicitaciones al resto de equipos españoles de la expedición, en especial al AEPUZZ B, que quedó en cuarto puesto. Recordemos que 124 equipos participaban en la prueba.

Una de las novedades de esta edición era que se podían realizar peticiones de canciones para la música amenizadora. En la expedición española se habló por Whatssap de Manolo Escobar, sevillanas, Los Brincos y demás producto patrio, pero al parecer la cosa quedó en nada. El hilo musical que escupían los bafles perimetrales se dividió en cuatro partes bien diferenciadas: la primera, toda la tarde del sábado 29, en la que se conjuntaron Enrique Iglesias (¿quién diablos pidió esta aberración de “si te vas, yo también me voy”?), chundachundas y raps franceses; la segunda, durante la noche y madrugada del 29 al 30, con una especie de mezcla de rock progresivo y música para ascensores que provocó el colapso de muchos participantes y que el recinto se llenase de bellos durmientes – o cadáveres, como jocosamente comentaba Oliver de La Flor en un vídeo en directo -, la tercera, sin duda la más digerible, con temas de Supergrass (Alright), Phil Collins (Baby don’t you lose my number), Blur (Boys and girls, Charmless man), America (A horse with no name), 4 Non Blondes (What's up), Jacques Dutronc (Paris s’eveille), AC/DC, The Bee Gees (Stayin’ alive), Queen (Don’t stop me now) y hasta Mecano cantando en francés “Mujer contra mujer”, entre toneladas de canciones francesas desconocidas. Para deleite de los fans de Pink Floyd – que somos legión -, la guitarra de David Gilmour en “Wish you were here” cerró las 24 horas inesperadamente, y escribo inesperadamente porque la hiperrradiada “We are the champions” es la esperada en estos casos. Chapeau por la originalidad.

Tras nuestras 13.555 piezas montadas (unas 565 piezas por hora), vinieron los esperados momentos para la relajación. Para empezar, en el equipo AEPUZZ A no nos enteramos de que nos estaban llamando para subir al escenario a recoger nuestro premio al sexto clasificado – dos botellas de vino empaquetadas en plan pijo – y solamente el acento cantarín de la speaker “AEPUZZ A, pas de manifestation?” me hizo despertar, avisar a Cris López – que andaba por ahí de casualidad – y subir a trompicones a ser honorados. Eso sí, para buscar voluntarios para contar las piezas de los puzzles sin acabar, sí hicieron una llamada en español, pero creo que a esas alturas todos confundíamos el español con el esperanto y ni el Profesor Tragacanto nos hubiese alertado. Después de abandonar el Marché Couvert, regreso a Lovaina (donde pernoctaba gran parte de la expedición, paseo vespertino de un amplio convoy de los equipos de AEPUZZ A, C y E por la bella ciudad abanderada del Proyecto Erasmus (Orgasmus para muchos), cena en una pizzería del centro en la que descubrí una grieta en una pared de medio milímetro de ancho – nada importante, además estaba fuera de servicio y yo creo que esa fisura era una imagen sobreimpresionada en mi cerebro de uno de los ríos del mapa del demencial puzzle Juego de Tronos. Un asombro generalizado de que las bicis no estuviesen atadas con candado – en España un juguete abandonado durante un minuto en un parque infantil a los cinco minutos ya está en venta en Wallapop -, al día siguiente, compras compulsivas de puzzles en Lovaina, turismo en Bruselas con visitas a la Grand Place, el Manekken Pis – un machanguito con incontinencia urinaria que rivaliza con el caganer catalán a ser el elemento tradicional más escatológico -, la tienda de Tin Tin, el asalto a las bombonerías – recomiendo encarecidamente pasar de comprar bombones belgas, están tan sobrevalorados como las bravas del Tomás de Barcelona - y tiendas de gofres del lugar, algún avistamiento de tiendas de puzzles que han pasado a la base de datos de un servidor para futuras investigaciones, el ataque de un ascensor asesino en el párking de la Place de la Spagne – con una estatua de Don Quijote y Sancho en medio -, y la vuelta al aeropuerto, con varios accidentes más, como que mi anillo de casado estuviese a punto de ser engullido por la cinta transportadora de bandejas en la zona de control, pero lo cacé al vuelo y evité emular a Charles Chaplin siendo engullido por la máquina en “Tiempos modernos”; o el ataque de otro ascensor asesino en el check-in de salida que hizo que otros volviesen a emular a José Luis López Vázquez en su famosa cabina y que nuestros caminos quedarían definitivamente divididos hasta el siguiente campeonato.

Así que, estimado señor, ya sabe porqué escojo las 24 horas de Hannut si tengo que llevarme un concurso de puzzles a una isla desierta.











Expedición española a Hannut 2016
AEPUZZ A
A. Darias, L. Pavón, Á. Heras, D. Becerra, C. López, L. Godoy, M. Santiago
Montando el segundo puzzle. Lilia Godoy, Demelza Becerra, Alex Darias, Luis Pavón
Puzzle Su. Team, subcampeones 2016
Les Bleus, campeones 2016
Uno para todos y todos para uno