Por un millón de euros, conteste, estimado puzzlero. Si solamente
pudiese asistir a un campeonato de puzzles al año, ¿cuál escogería? ¿No
lo sabe? Pues es muy probable que los veteranos en este mundillo, en el
que las palabras Educa, Ravens, Schmidt, Jumbo o Falcon son como la
lista de los reyes godos o la alineación tipo del Real Madrid - le
contesten que acuda a las 24 Horas de Hannut, y añadan el Campeonato de
España en producto patrio como bonus track. ¿Y por qué esa devoción por
Hannut? Pues mire, Hannut es ese torneo que provoca que usted esté
semanas después del certamen envuelto en una nube de recuerdos que le
provoquen incesantemente el mono de volver, similar a aquel anuncio de
TV de cruceros en el cual una señorita hacía que trabajaba en su
aburrida oficina y recordaba los fiestorros que se pegaba en el hotel
flotante de 300 metros, y de súbito comenzaba a gritar “tengo que
volver”, “¡¡¡TENGO QUE VOLVER!!!”; sí, es una sensación muy parecida a
la que experimenta el debutante en un Campeonato de España. ¿Insiste en
preguntarme el por qué? Pues compruébelo usted mismo el año que viene,
pero le voy a dar un empujoncito para tentarle, explicándole mi caso.
Atienda, s’il vous plaît.
Hannut es una ciudad de 15.000
habitantes situada a unos cincuenta kilómetros al Este de Bruselas, y
durante el fin de semana en el que se produce el cambio de hora, aumenta
en unos mil habitantes debido al Campeonato de Europa de Puzzles Por
Equipos. El certamen se celebra en el Marché Couvert, un recinto lo
suficientemente amplio para albergar a ciento y pico equipos de entre
cuatro y ocho personas que montarán rompecabezas a contrarreloj durante
24 horas, un bar, un restaurante, una ludoteca, una tienda de puzzles de
la marca Jumbo – la patrocinadora del evento -, una sala anexa para la
competición individual y dos escenarios, uno para el control y otro para
el postureo de la entrega de premios y performances en una de las
actividades paralelas del acto. Y allí, a las 15 horas del sábado 29 de
octubre, nos presentamos los integrantes de la expedición española,
integrada por cinco equipos: AEPUZZ A, B, C, D y E. Foto general, foto
de equipos, avituallamiento en una pizzería y un donner kebab de la zona
y a ocupar los puestos, como diría el Capitán Kirk. Innumerables fueron
los caminos que hicieron que una expedición de decenas de puzzleros
llegados de todas partes de España coincidiesen allí en un momento
único, y seguramente innumerables las anécdotas del día previo; pero yo
solamente explicaré que cada vez que me subo en un avión y éste aterriza
(bueno, siempre ha aterrizado, si no malament y a encomendarse a Robert
Hays), hay especímenes que aplauden. A mí nadie me aplaude cuando
tramito una cédula de habitabilidad, y eso que a veces es difícil la
burocracia y hasta que Correos la entregue a su destinatario.
En
cuanto a la maratón de puzzles, personalizaré en AEPUZZ A, equipo del
que formé parte. Se empezó con un 500 de un ramo de flores en fondo
blanco que duró poco más de media hora, y en el que estuve de
espectador. Es evidente que los veteranos deben marcar el arreón
inicial, fundamental para no perder comba desde el principio. Aclaro que
cada vez que se acaba un puzzle, hay que avisar acústicamente al jurado
o a un controlador – que conviene tener atado en corto un minutos antes
para evitar retrasos misteriosos -, y están prohibidas las vuvuzelas,
eructos y pedos sonoros como señales acústicas. Se sella la finalización
del puzzle, se recoge al instante – ah, qué efímera es la vida de un
puzzle montado en Hannut – y un puzzlero velocista va a recoger el
siguiente. Claro está que existen innovadores como Oli de La Flor –
integrante de AEPUZZ C – que con tal de ahorrar segundos son capaces de
inventar el básket-puzzle, es decir, lanzar la bolsa de la caja abierta a
la mesa metros antes de llegar a ella. Oli, amigo, yo apoyo a los
emprendedores, pero no le veo futuro a esta innovación. El segundo
puzzle era un 1000 con esas imágenes de cómic de Jan Van Haasteren y
entré en liza, con la emoción de ir a encajar mis primeras piezas al
lado de tales primeros espadas como Ángel, Cristina, Deme o Mónica. En
símil futbolístico, me sentía como mi admirado futbolista Lucas Vázquez
cuando fue convocado por Del Bosque para la pasada Eurocopa. No estropeé
nada y mantuvimos la igualdad casi total entre los campeones del año
anterior, los rusos del Puzzle Su. Team y los franceses Les Bleus. El
tercer puzzle, también de 1000 piezas, una conejada como diríamos en
Canarias, llena de animales envueltos en colores pastel que a mí
particularmente me sacan de quicio, ya que a la hora de clasificar no se
distinguen bien en según qué condiciones lumínicas. Así que pedí
sustitución y me reincorporé en el cuarto puzzle, otro dibujito cómico
de un castillito atacado por un dragón naranja, que dio paso a uno de
los reyes de la tarde-noche por las cabezas que derritió, un león de
1500 piezas que hizo las delicias de nuestra compañera Pilar Varela –
seguramente poseerá la colección más grande del planeta de puzzles de
felinos de gran tamaño – pero que obligaba a un preciso trabajo de
machaca, como me gusta denominarlo, es decir, olvidar la velocidad e ir
pieza por pieza, como el famoso partido a partido del Cholo Simeone.
Aquí se despegaron los rusos del Puzzle Su Team media hora y Les Bleus
también nos tomaron ventaja, estableciéndonos en el tercer puesto con
relativa comodidad, ya que nuestros compañeros del AEPUZZ B también nos
pisaban los talones. Faltando unos pocos centenares de piezas para
finiquitar el felino, me fui a cenar al restaurante del recinto. Momento
para hacer de corresponsal y para revisar mensajes. El Barça gana de
perro al Granada, el Madrid gana con solvencia al Alavés con los culés
quejándose de un penalti inexistente, el Tenerife por fin gana un
partido – al Rayo Vallecano –, Rajoy es investido presidente, y los
seguidores puzzleros desde España nos animan sin cesar, sin duda, la
noticia más importante . Miro con recelo unas albóndigas del tamaño de
dos depósitos de gas propano que aparecen en un montón de bandejas y
decido ir al menú hiperglucémico y no hacer caso a Montignac, porque el
sexto puzzle iba a ser el coco gigantesco que definitivamente mostraría
quiénes aspiraban a algo y quiénes no, el del ciervo, “Bambi”, como se
le llamó coloquialmente. Así que partimos con una recién estrenada
segunda posición provisional hacia el tour de force parecido a un mini
Vida Salvaje, lleno de detallitos en los que la prueba a saco volvía a
ser una pérdida de tiempo y el trabajo pieza por pieza consultando la
imagen era fundamental. En este 2000 estuve desde el principio hasta el
final y en el que a mi entender alcanzamos nuestro pináculo como equipo,
ya que lo armamos en menos tiempo que los rusos y Les Bleus. El puzzle
de Bambi debía tener un condensador de fluzo incorporado, porque al
acabar pregunté cuánto habíamos tardado pensando en dos horas, que
resultaron ser tres y media. Cómo pasa el tiempo cuando se hace lo que
te gusta y encima se aprovecha para rememorar empalmadas universitarias
para estudiar exámenes o entregar trabajos a última hora. También AEPUZZ
B mostró sus credenciales, superó nuestro tiempo y se situó en tercer
lugar a unos diez minutos de nosotros, relegándonos a la cuarta plaza.
El séptimo puzzle quizá fue el que decidió parte de nuestro destino. Esa
dichosa imprenta con azules por todos lados y blancos se nos atravesó y
tengo que reconocer que fue uno de esos puzzles en los que me pasé dos
minutos pensando y pensando sin saber cómo atacarlo, pero es que no me
podía retirar porque ya dos compañeros anteriormente habían dicho que no
veían nada. Por suerte, la crisis se superó, pero a costa del cuarto
puesto y ya no nos volvimos a recuperar. Siguió el puzzle más fácil de
la tanda, un 1000 de unas amapolas lindísimas amapolas que ya no nos
convenía porque los puzzles sencillos son como las etapas en llano de
las Vueltas Ciclistas importantes, no deciden casi nada. El noveno
puzzle era del formato extraño “imagine usted la imagen que hay en el
punto de mira del dibujo de la caja”, lo que provocó la risible y a mi
entender ridícula táctica del equipo ruso de parapetarse alrededor de su
puzzle en proceso para evitar copias, y por ende meter barreras
visuales. Pero hijos de mi vida, rusos, ¿ustedes realmente piensan que
un puzzle se puede copiar como una chuleta de exámenes? En fin,
convirtieron su chiringuito en una réplica de Fort Knox, pero nosotros
ni caso. Siguió otro latazo de 1000 piezas de casilleros de gatos,
cabras, ciervos y demás especímenes que con buen criterio decidí pasar a
un compañero. En el interín fui a disputar la prueba individual en unas
mesas más estrechas que los pupitres de Zipi y Zape. Tardé 1 hora 22
minutos en montar un puzzle Jumbo de 500 piezas, lo que me procuró el 19
puesto de 48 participantes y el ser el mejor hombre clasificado, cosa
que creo que merecía algún premio, pero mucho caso no me hicieron cuando
fui a reclamar mi jamón. Con la carrerilla cogida, me reincorporé al
puzzle 11, el segundo criminal de la serie, un mapa de 1000 piezas del
Juego de Tronos. Era la oportunidad para recortar distancias, y aunque a
mi entender hicimos un gran trabajo en este rompecabezas, los rivales
estaban inspirados y no perdonaron una. Quizás por ello los dos
siguientes puzzles nos relegaron a la sexta posición que ya no
abandonamos. Les Bleus, que habían permanecido menos preocupados por
espías extranjeros y sin alharacas, adelantaron a los rusos del Puzzle
Su. Team y se pusieron líderes, posición que defendieron bien hasta el
final. Nosotros nos marcamos como último objetivo finalizar el duodécimo
– un barrizal de juegos olímpicos del eterno Van Haasteren – para poder
tener el puzzle número trece y disponer de más rompecabezas que
repartir entre los componentes del equipo, y a falta de veinte minutos,
nos relajamos simplemente asegurando el sexto puesto. Yo decliné estar
la última media hora porque ya era incapaz de ver absolutamente nada y
de encajar dos piezas seguidas.
No quiero dejar pasar la ocasión
de mencionar a todos mis compañeros de AEPUZZ A, de los que aprendí
muchas cosas que pueden servir para futuras ediciones. Ángel Heras es
como el Hombre de La Pistola de Oro, no necesita probar si una pieza va
en tal o tal sitio, simplemente lo sabe con sólo mirar. Demelza Becerra
es un torbellino, te mete diez piezas en segundos y en el tiempo
sobrante ha tenido tiempo de probar veinte más, la equivalente de Ussain
Bolt puzzlera. Cris López es la abanderada de la clasificación, para
ella, que se encajen piezas es solamente la punta del iceberg del
trabajo previo de ordenar piezas por directriz, forma y color. Mónica
Santiago es una todoterreno, ella arma lo que le echen, es la puzzlera
universal. Luis Pavón tiene una resistencia física tremenda, yo cada vez
que estaba fuera de la mesa lo veía dentro, y cuando estaba dentro, lo
tenía a mi lado; hubiese fichado a este hombre para los grupos de
trabajo de Arquitectura cuando había que quedarse noches sin dormir
dibujando planos. Lilia Godoy es nuestra rutilante jugadora sub-12, una
estrella en ciernes, siendo hija de Demelza no puede tener mejor
profesora. Y un servidor, diría que tiene un estilo muy parecido a Ángel
Heras – visión global del problema y encajar con la vista antes que
probar -, al que se le dan bien los puzzles de alta dificultad y
desatascar bloqueos, y fue un honor para mí compartir mesa puzzlera con
todos vosotros. Por supuesto, felicitaciones al resto de equipos
españoles de la expedición, en especial al AEPUZZ B, que quedó en cuarto
puesto. Recordemos que 124 equipos participaban en la prueba.
Una de las novedades de esta edición era que se podían realizar
peticiones de canciones para la música amenizadora. En la expedición
española se habló por Whatssap de Manolo Escobar, sevillanas, Los
Brincos y demás producto patrio, pero al parecer la cosa quedó en nada.
El hilo musical que escupían los bafles perimetrales se dividió en
cuatro partes bien diferenciadas: la primera, toda la tarde del sábado
29, en la que se conjuntaron Enrique Iglesias (¿quién diablos pidió esta
aberración de “si te vas, yo también me voy”?), chundachundas y raps
franceses; la segunda, durante la noche y madrugada del 29 al 30, con
una especie de mezcla de rock progresivo y música para ascensores que
provocó el colapso de muchos participantes y que el recinto se llenase
de bellos durmientes – o cadáveres, como jocosamente comentaba Oliver de
La Flor en un vídeo en directo -, la tercera, sin duda la más
digerible, con temas de Supergrass (Alright), Phil Collins (Baby don’t
you lose my number), Blur (Boys and girls, Charmless man), America (A
horse with no name), 4 Non Blondes (What's up), Jacques Dutronc (Paris
s’eveille), AC/DC, The Bee Gees (Stayin’ alive), Queen (Don’t stop me
now) y hasta Mecano cantando en francés “Mujer contra mujer”, entre
toneladas de canciones francesas desconocidas. Para deleite de los fans
de Pink Floyd – que somos legión -, la guitarra de David Gilmour en
“Wish you were here” cerró las 24 horas inesperadamente, y escribo
inesperadamente porque la hiperrradiada “We are the champions” es la
esperada en estos casos. Chapeau por la originalidad.
Tras
nuestras 13.555 piezas montadas (unas 565 piezas por hora), vinieron los
esperados momentos para la relajación. Para empezar, en el equipo
AEPUZZ A no nos enteramos de que nos estaban llamando para subir al
escenario a recoger nuestro premio al sexto clasificado – dos botellas
de vino empaquetadas en plan pijo – y solamente el acento cantarín de la
speaker “AEPUZZ A, pas de manifestation?” me hizo despertar, avisar a
Cris López – que andaba por ahí de casualidad – y subir a trompicones a
ser honorados. Eso sí, para buscar voluntarios para contar las piezas de
los puzzles sin acabar, sí hicieron una llamada en español, pero creo
que a esas alturas todos confundíamos el español con el esperanto y ni
el Profesor Tragacanto nos hubiese alertado. Después de abandonar el
Marché Couvert, regreso a Lovaina (donde pernoctaba gran parte de la
expedición, paseo vespertino de un amplio convoy de los equipos de
AEPUZZ A, C y E por la bella ciudad abanderada del Proyecto Erasmus
(Orgasmus para muchos), cena en una pizzería del centro en la que
descubrí una grieta en una pared de medio milímetro de ancho – nada
importante, además estaba fuera de servicio y yo creo que esa fisura era
una imagen sobreimpresionada en mi cerebro de uno de los ríos del mapa
del demencial puzzle Juego de Tronos. Un asombro generalizado de que las
bicis no estuviesen atadas con candado – en España un juguete
abandonado durante un minuto en un parque infantil a los cinco minutos
ya está en venta en Wallapop -, al día siguiente, compras compulsivas de
puzzles en Lovaina, turismo en Bruselas con visitas a la Grand Place,
el Manekken Pis – un machanguito con incontinencia urinaria que rivaliza
con el caganer catalán a ser el elemento tradicional más escatológico
-, la tienda de Tin Tin, el asalto a las bombonerías – recomiendo
encarecidamente pasar de comprar bombones belgas, están tan
sobrevalorados como las bravas del Tomás de Barcelona - y tiendas de
gofres del lugar, algún avistamiento de tiendas de puzzles que han
pasado a la base de datos de un servidor para futuras investigaciones,
el ataque de un ascensor asesino en el párking de la Place de la Spagne –
con una estatua de Don Quijote y Sancho en medio -, y la vuelta al
aeropuerto, con varios accidentes más, como que mi anillo de casado
estuviese a punto de ser engullido por la cinta transportadora de
bandejas en la zona de control, pero lo cacé al vuelo y evité emular a
Charles Chaplin siendo engullido por la máquina en “Tiempos modernos”; o
el ataque de otro ascensor asesino en el check-in de salida que hizo
que otros volviesen a emular a José Luis López Vázquez en su famosa
cabina y que nuestros caminos quedarían definitivamente divididos hasta
el siguiente campeonato.
Así que, estimado señor, ya sabe porqué
escojo las 24 horas de Hannut si tengo que llevarme un concurso de
puzzles a una isla desierta.
|
Expedición española a Hannut 2016 |
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AEPUZZ A
A. Darias, L. Pavón, Á. Heras, D. Becerra, C. López, L. Godoy, M. Santiago |
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Montando el segundo puzzle. Lilia Godoy, Demelza Becerra, Alex Darias, Luis Pavón |
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Puzzle Su. Team, subcampeones 2016 |
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Les Bleus, campeones 2016 |
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Uno para todos y todos para uno |
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