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Prueba individual |
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Prueba por parejas |
Los caminos inescrutables del destino hicieron que la
Final de la
Champions entre el
Real Madrid y el
Liverpool coincidiese con la cita
puzzlera más importante a nivel español (y un referente mundial por
antonomasia). Por ello, el día anterior al campeonato, pedí permiso al
jefe para tener libre ese día. Me lo concedí y después de siete horas de
autobús haciendo de
David Vivancos Allepuz
corrigiendo textitos de mi autoría que algún día verán la luz, me
planté en el barrio de Chueca con el tiempo justo para dejar en el
hostal la maleta y los puzzles de trapicheo, y volé al
Santiago Bernabéu
para rendir pleitesía al Real Madrid en el Tour. Fue una tarde
inolvidable, en la cual una azafata nos dijo a un grupo de personas que
no nos entusiasmásemos con las pantallas interactivas de los jugadores
históricos o no llegábamos ni a ver el palco. Claro, me puse a admirar a
Butragueño, Camacho, Santillana o Breitner y el tiempo se paró. En otra
parte de la sala de trofeos estaba expuesta la Duodécima y me
ofrecieron hacerme una foto. Rehusé sin casi mirarla, siguiendo la
tradición de los supersticiosos. Finalmente, pasé por otra sección en la
cual ofrecían otra foto (fotomontaje, más bien) con un jugador a
escoger. Elegí a Luka Modric, pero ni me atreví a ver el resultado a la
salida, así que en alguna base de datos de algún servidor, existe una
fotografía mía con el mejor centrocampista de los últimos tiempos, y uno
de los mejores de la historia. Para rematar el día, viraje hacia la
Plaza Mayor con tormentón de verano sorpresa, pero el bocadillo de
calamares de la
Calle Botoneras me reclamaba.
El día del
Campeonato Nacional de Puzzles suele pasar como una exhalación y esas doce horas
que consumes con inusitada rapidez y por las que muchos esperan meses,
suelen dejar un poso de aperitivo que normalmente sólo se puede saciar
con más concursos. Me he permitido la licencia de explicarlo con un
cálculo sencillo. Imagínate que hay cincuenta personas con las que
hablas normalmente y que no ves durante el año. Tienes nueve horas para
tratar con todas ellas, es decir, 540 minutos, lo que salen a poco menos
de 11 minutos por persona. El elevator speech haría furor en estos
eventos, de hecho, a veces tengo la impresión de estar en un evento de
networking en donde todos los postulantes estamos algo tocados del ala
por los puzzles.
Refiriéndome al campeonato, en la prueba
individual mis sensaciones durante la misma fueron muy buenas.
Prácticamente sin titubeos, con una correcta velocidad de crucero, el
puzzle de 500 piezas planteado fue ejecutado en un tiempo a la altura de
actuaciones de los dos años pasados, en los que no fallé en el top-ten.
Incluso diría que la actuación de este año superó a ambas, pero me tuve
que conformar con un puesto 14 de 283 participantes, ya que, como he
mencionado en otro hilo, este año ocho de las mejores puzzleras de
Europa (seis rusas y dos checas) participaban en masa. Mi opinión es
totalmente a favor de la universalización del concurso siempre que se le
cambie el nombre a "Campeonato Internacional de Puzzles de Madrid" y
que incluso pueda plantearse como una prueba con carácter de Mundial,
cuyos ganadores sean Campeones del Mundo. Habrá que plantearlo en la
junta anual de AEPUZZ.
La prueba por parejas de la tarde, que disputé con la ibense
Soraya Pérez Carayol,
fue diferente. El objetivo era plantarse en el top tres debido a que en
2016 quedamos octavos y en 2017, quintos, superando a algunas parejas
contrastadas, pero tres motivos hicieron que por un escaso segundo (como
le pasó a Apollo Creed en el segundo combate con Rocky Balboa) no
entrásemos en el top diez. Puesto 11 de 290 participantes. El primer
motivo, que ambos sufrimos bloqueos inesperados en imágenes que a priori
se nos daban bien. Sólo se solucionaron cambiándonos de sitio, un
sistema que trato siempre de evitar a toda costa y que solamente
funciona como último recurso. El segundo, pero previsible, que las
cuatro parejas rusas se colaron arriba. Y el tercero que sí dolió más,
fue el tumulto que se organizó alrededor de la mesa de
Cristina López y
Rocío Escribano, flamantes campeonas de este año desbancando la
hegemonía de
Angel Heras Salcedo y
Demelza Becerra.
Compartíamos mesa con ellas y cuando estaban próximas a finalizar, la
invasión de gente provocó empujones, desconcierto y
desconcentración. De hecho, hubo un momento en que me enfadé tanto que
actué como un futbolista al que no paraban de pegar, lanzando el codo al
vacío que impactó en algo blando. En fin, estas cosas cada año pasan y también tendrá que
plantearse alguna solución para evitarlas, porque estoy convencido de
que perdimos dos o tres minutos por este tumulto.
Finalmente,
después de la entrega de premios, obvié el sorteo de puzzles y fui como
un poseso al hall del
Hotel Novotel - sede del concurso, recuerdo - para
ver en pantalla gigante la
Final de la Champions. Ciento cinco minutos
después, el madridismo salía a la calle de nuevo y por primera vez en mi
vida, me dirigí a
La Cibeles a rendir pleitesía a la Diosa. Como otra
nota anecdótica, llevaba encima el puzzle que la pareja de rusas que
quedó un segundo por encima de nosotros me regaló en un acto enorme de
deportividad. El acceso a La Cibeles estaba con control policial y un
agente, cuando vio el puzzle, me dijo riéndose: "¿A montar el puzzle
allá abajo vas?"
Más tarde, de nuevo en el hostal, entre disfrute
de vídeos post-partido, declaraciones de protagonistas, cotilleos
futbolísticos, la digestión del gran día y demás sensaciones, solamente
pude dormirme a las tres de la mañana para regresar al día siguiente a
las 11:00 a Hospitalet de Llobregat. Bendita falta de sueño.
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Fin prueba individual |