Se dice que el segundo salto de
paracaídas es el más temido por los neófitos a este deporte de riesgo. La razón
es sencilla: en el primero no sabes a lo que te enfrentas. En el segundo sí, pero
no dispones de bagaje para establecer paralelismos ni conjeturas desde el punto
de vista de la experiencia. Por ello, para mí acudir por segunda vez al
Campeonato de España de Puzzles fue como volver como novato, con la
salvedad de que el año anterior había cuajado una actuación muchísimo mejor de
lo que esperaba y por ello, en éste me tocaría lidiar en la primera fila de
aspirantes a los títulos. Como suele comentarse muchas veces, lo difícil no es
llegar, sino mantenerse, y por ello fijé mi objetivo en mejorar, aunque fuese
solamente por un puesto, el noveno puesto del año 2016 en individual y el
octavo en parejas con la ibense Soraya Pérez.
El certamen tuvo lugar el pasado Sábado
20 de Mayo en Madrid, curiosamente en la víspera del trepidante final del
Campeonato de Liga de Fútbol, pero a la capital de España me llegué el día
anterior para tener tiempo de aclimatarme y no saltar del AVE directamente a
poner piezas, algo bastante estresante desde mi punto de vista. Soy una persona
de costumbres y si algo ha salido bien el año anterior, repito si puedo lo que
hice el susodicho año. Así que en el AVE leí parte del nuevo libro de David
Vivancos, “Producto interior muy bruto”, y le emplazo a sacar otro para 2018
que llegue a tiempo para el próximo Campeonato de España. Podría ser una
recopilación de sus confesiones escondido tras una bolsa de papel marrón, ¿no
maestro?
Nada más dejar la maleta y el
alijo de puzzles destinados a la venta de segunda mano a amigos puzzleros en mi
habitación del Hostal Zamora en el Barrio de Chueca, me fui a investigar
tiendas de rompecabezas en busca de joyas escondidas. Tuve tiempo de visitar
unas seis o siete e incluso me acerqué a la sucursal de J de Juegos en
Alcobendas en una miniexcursión que programé después de comer el obligado bocadillo
de calamares en la Calle Botoneras de la Plaza Mayor. Bien entrada la tarde,
retorné a la gran ciudad y me paseé una hora y media dentro de El Museo del
Prado admirando los cuadros que también eran los motivos de mis puzzles
favoritos: Los Fusilamientos del Tres de Mayo de Goya (un 8000 de Educa por el
que se pagan fortunas hoy en día), el Jardín de Las Delicias de El Bosco (un
9000 de Educa plagado de detalles ideados por la mente futurista del pintor
holandés) o La Rendición de Breda de Velázquez (un 10000 de Educa cuyo culo de
caballo de 1000 piezas marrones es mítico)… Y todo ello gratis, que a partir de
las 18:00 no hay que abonar entrada. Tras la merienda cultural, tocaba la ya
tradicional cena en la habitación del hostal mirando la televisión – película
española para variar, y algo tostonaza - y tratando de distraer el cosquilleo
incipiente de la competición, cada vez más encima.
La competición individual empezó
a las 11:00 de la mañana, una hora que particularmente se me da muy bien y en
la que suelo estar en mejores condiciones físicas. Tardé una hora siete minutos
en montar un puzzle de 500 piezas de una imagen de París que calificaría como
fácil. Muchos “minipuzzles” que facilitan la clasificación visual, detallitos fáciles
de construir de cinco o seis piezas cada uno, un cielo gradado y colores a
tutiplén. Analizando el proceso del montaje, no recuerdo ningún bloqueo serio,
pero sí que una las porciones que aparentemente no parecían ser complicadas se
me puso burra (la del dos caballos azul) y tuve que cambiar de tercio para no
empezar a perder tiempo buscando piezas que se resistían. Al final, conseguí de
nuevo colarme entre los diez primeros, aunque fue in extremis. Quedé décimo de
215 participantes: un puesto por debajo del año pasado. Quizás para mí sea
todavía difícil colarme entre los tres primeros en categoría individual – hay
que arañar algunos minutos en procesos automáticos que no tienen que ver con la
capacidad visual y allí es donde hay que entrenar más-, pero lo que sí está
claro es que parece ser que soy bastante regular. Y eso ya es mucho.
Después de un almuerzo
multitudinario con muchos más concursantes en un Fosters Hollywood del barrio
para reponer combustible y el paso de la hora previa a la segunda competición –
sin duda, el espacio de tiempo de más intranquilidad a mi entender, el
campeonato por parejas empezó a las 18:00 de la tarde, y ahí sí que he de decir
que esa hora para mí y mi metabolismo, biorritmos o lo que sea, no es la más
adecuada para competir. En ajedrez trato siempre de evitar torneos que se
disputen por la tarde y los nocturnos por razones obvias, y es que me canso
antes o me asalta sueño en el momento menos indicado, lo que hace que realice
jugadas de interrogación en el momento menos adecuado. Pero hay que adaptarse a
todo, y además, aquí no compito solo sino en colaboración, así que biorritmos
fuera. Entre Soraya Pérez y yo tardamos 43 minutos 30 segundos en montar un
puzzle de 500 piezas de un paisaje costero de Cerdeña, y sin reparo alguno,
creo que nuestra actuación fue excelente. Quizá la clave fue aprovechar los
minutos previos a la prueba para acabar de definir las estrategias
personalizadas para atacar el puzzle (el método general estaba más que decidido
desde hacía semanas) y, sobre todo, la decisión de Soraya de que una persona
debía encargarse exclusivamente del temido cielo, área que trajo en jaque a
bastantes parejas. Así que aparte de la construcción del marco, solamente me
dediqué a montar nubes y claros en homenaje al paisano Paco Montesdeoca, y
cuando Soraya hubo acabado el resto del puzzle, me ayudó a llenar los huecos
restantes. Resultado: un quinto puesto que mejoró en tres posiciones el octavo
del año pasado, y a mi entender, sigue habiendo margen para asaltar el pódium,
que ya veo al alcance con la experiencia ganada. También considero que el haber logrado mantenernos por
arriba da mayor acicate a intentar algo más grande. Para los aficionados a los
puzzles que no acaben de decidirse a acudir a la cita reina en España, no
esperen más. La vida pasa volando y el día es realmente memorable, tanto que a
muchas personas desde que termina una edición, ya les entra la nostalgia y
están contando los días para participar en la siguiente. Todo gracias a la entrega
de los organizadores de AEPUZZ: Realmente se merecen un monumento para el
despliegue tan profesional que realizan del evento.
El Domingo lo dediqué a visitar
el Parque del Retiro y el Palacio de Cristal, después de dejar la maleta y los
puzzles del premio en la consigna del invernadero de la Estación de Atocha.
Estuve mil veces tentado de ir al Santiago Bernabéu a rendir pleitesía al Real
Madrid, pero insisto en que soy una persona de ciertas manías y como el equipo
blanco se jugaba Liga ese mismo día y la Champions dos semanas más tarde,
decidí abstenerme. Estoy seguro de que hubiese dado exactamente igual, pero qué
quieren, sigo siendo un poco supersticioso.
No hay comentarios:
Publicar un comentario