Desde hacía casi dieciocho años no solamente no concursaba en ningún certamen de puzzles, sino que se podían contar con los dedos de la mano los rompecabezas que había montado desde entonces, así que estaba emocionado ante mi vuelta a los terrenos puzzleros, y también curioso por ver si podía hacer un buen papel después de tanto tiempo sin competir. Así que preferí pecar de prudente y llegué bastante
tiempo antes a Terrassa por si las moscas y el miedo a no encontrar
aparcamiento, cosa que no fue tan difícil. La suerte de haber trabajado
en un plan urbanístico del cercano Barrio Segle XX y el GoogleMaps me
hizo ir a tiro hecho a las calles colindantes con el Parc de
Vallparadís, que tiene una piscina grande de cojones, en la que no se
hacen largos, sino kilómetros.
Me planté en el recinto del
concurso y pronto pude constatar que las advertencias de usar gorra por
parte de algunos foreros estaban más que justificadas. Sol tremendo.
Crema solar muy recomendable. Paseíto por la tienda Toy Planet, ir a por
una botellita de agua en un bar de al lado y ver los encuentros de los
concursantes me hicieron pasar bien la espera al reparto de números,
mesas y pistoletazo de salida. Me había llevado un reloj digital de
ajedrez para controlar el tiempo, decisión que fue muy acertada, ya que
el speaker de la organización daba solamente los cuartos y la media
hora, y los cinco minutos finales.
Concursé en la modalidad
individual de 500 piezas. Como nota curiosa, después de confirmar la
inscripción en la mesa, ya te daban la bolsa con las piezas del puzzle y
traté de averiguar por dónde iban los tiros por los trocitos de imagen.
Azul y amarillos-beiges con pelos. Puzzle difícil se adivinaba, sin
dudas. En los primeros diez minutos sufrí un serio bloqueo después de
separar las piezas por bordes y colores y no me entraba ni una, pero
después empecé a montar lo que me parecían las formas peludas blancas de
una bestia sabanera y fui haciendo a un ritmo normal obviando una parte
azul que creía era de un lago, sobre todo teniendo en cuenta que no me
podía quedar ninguna isla colgada. Por tanto, prioridad total, encontrar
los pedúnculos que validasen el trabajo de montar islas de 20-30
piezas. Solamente a la media hora y un poco antes del final eché una
vista rápida a mis compañeros de concurso a ver cómo iban, cosa que no
recomiendo en absoluto, ya que la lucha es con uno mismo y ver cómo van
los demás puede ser contraproducente, sobre todo si hay alguien que va
como un tiro. A los 45 minutos se nos entregó la caja con la imagen y vi
con jocosidad que la bestia de la sabana africana en el lago era en
realidad un cachorrín de golden retriever y un gatito, y el lago, una
pared pintada de azul.
En los últimos quince minutos agarré la
directa y pude montar todo lo que no era azul, aproximadamente 350
piezas del puzzle. Pasé olímpicamente de acabar los bordes. Y, como en
Masterchef, después de los tres últimos segundos finales cantados, se
nos instó a poner los brazos en alto. Aplauso caluroso y paseo que me
pegué (ahora sí) a ver cómo pintaba la cosa. Deduje que estaba entre los
tres o cuatro primeros, así que en la entrega de premios, me llevé una
sorpresa muy agradable cuando me anunciaron que había quedado
subcampeón. Después de casi veinte años sin competir y habiendo hecho
muy pocos puzzles (con los dedos de la mano se pueden contar), me llevé
una alegría muy grande. Lástima del bloqueo que sufrí, pensé entonces, y
¡es que soy competitivo por naturaleza! Rememoré sensaciones de cuando
era un adolescente y concursaba en Tenerife en los certámenes de la Casa
Portuguesa, así que puede decirse que hoy viajé en el tiempo.
Felicitaciones
a la ganadora del individual (llegó a montar los bordes y alguna fila
más, además del gatito y el perrito), a los demás ganadores de las otras
categorías y a todos los que participaron, que demostraron que la
afición puzzlera sigue vigente. Por cierto, el puzzle de 1000 piezas
para parejas era muy, pero que muy difícil. Se anunció que habría sexta edición para el año 2016. Y comentando impresiones en algunos foros de Facebook, entre algunos participantes llegamos a las siguientes conclusiones:
1)
Puzzles para los tres primeros clasificados por categoría de cierto
tamaño. 3000 ganador, por ejemplo; 2000 segundo. No neveras ni los vales para comidas que se dieron de premios.
2) Poner un cronómetro digital a la vista de todos para ver cuánto tiempo queda.
3)
Bases claras, especialmente especificando premios y aspectos técnicos
del concurso (horario, recuento de piezas, las tres categorías
simultáneas...)
4) Aumentar la inscripción a tres euros y dar un botellín de agua a cada participante. A mí no me parece mal que sea al sol.
5) Que el puzzle de parejas sea de 500 piezas.
En todo caso, a mí lo que me gusta es la adrenalina de la competición, y repetiré el año que viene, con bastante más rodaje.
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Una hora antes de empezar |
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Exterior de la tienda Toy Planet en Terrassa |
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Agua y cronómetro improvisado |
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Todos los puzzleros en plena acción. |
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El difícil puzzle de 1000 piezas para parejas |
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Así acabó mi puzzle en la hora de tiempo. |
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Y...¡segundo premio individual! |
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